Resulta
increíble la asistencia multitudinaria que hubo en el cortejo fúnebre de quien fuera conocido como “El Conejo”, el “Pran”
de la cárcel de San Antonio en la isla de Margarita. Según los
entendidos, la mayoría de los asistentes había recibido los favores
del “Pran”.
Dice
el refrán popular: “La necesidad tiene cara de perro”, pero por
muy urgente que sea la necesidad que se tenga, no debe ser razón
suficiente como para pedir o recibir ayuda de un “pran”, sin la
menor reflexión sobre origen de esa ayuda y todo lo que ello
implica.
Aceptando
los “favores de un pran”, se convalida la comisión de delitos
como medio para obtener recursos económicos, se convierte a los
“favorecidos” en cómplices y esclavos de una deuda impagable.
En
este punto, pareciera que los “favorecidos” no se detienen a
pensar que “el dinero” que recibieron proviene de aquellos que
son víctimas de los delitos del “Pran” (Robo, secuestro,
extorsión, cobro de vacuna) y que son personas igual que ellos e
incluso hasta vecinos, creen incluso que al ser “favorecidos” son
intocables, pero están en un craso error.
Los
“Pranes” ni son filántropos y mucho menos altruístas, son
simples, vulgares y despiados delincuentes que a través de sus
“favores” compran a los urgidos, quienes una vez “favorecidos”
tendrán que cumplir sus exigencias y órdenes.
Un
simple recordatorio al “favorecido” servirá para exigir el
pago del favor recibido: “Te acuerdas que el dinero que te dí, te
sirvió para terminar tu casa. Bueno, ahora necesito que guardes en
tu casa, por un tiempo, esta mercancía que te traigo” “Las
medicinas que pudiste comprar con mi dinero y que salvaron a tu hijo,
te acuerdas. Ahora, como me han matado alguno de mis hombres,
necesito que tu hijo me ayude a hacer algunos trabajitos”
Pagar
el “favor” recibido terminará por sellar el destino del
“favorecido” como cómplice, o la negativa a pagar lo convertirá
en el próximo recurso económico para hacerle un ”favor” a algún
nuevo urgido.